La ternura de un alivio



Nunca he amado a nadie. Lo más que he amado son sensaciones mías –estados de visualidad consciente, impresiones de audición despierta, perfumes que son una manera de que hable conmigo la humildad del mundo exterior, me diga cosas del pasado tan fácil de recordar con los olores- es decir, de darme más realidad, más emoción, que el simple pan cociéndose allá dentro en la panadería honda, como aquella tarde lejana en que venía del entierro de mi tío, que me había amado tanto, y había en mí vagamente la ternura de un alivio, no sé bien de qué.

Bernardo Soares 

1 comentario:

  1. ¡qué alivio siente uno! gracias por esto y todo lo demás.
    un abrazo,
    Iraiz.

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